Mediados-finales de 2019/Comienzo de 2020
En septiembre 2019 mi hermano Marian
y yo visitamos Planta Baja, un estudio de grabación ubicado en Villa del
Parque, uno de los muchos barrios en Capital Federal. Habíamos encontrado el
lugar mientras buscábamos en Google un estudio que contase con piano de cola
para, lo que me gusta llamar, un mega cover en línea que queríamos hacer con
LIGHT, nuestra banda. La canción era “Hey Jude” de The Beatles.
Germán, el dueño del estudio e
ingeniero de grabación, capturó la toma de Marian maravillosamente con tres
micrófonos de primera gama mientras Gonza, un buen amigo de Marian y un
invitado a casa siempre bienvenido, lo filmó para el eventual video que sería
subido a YouTube, Facebook e Instagram.
Alrededor de cinco meses más tarde,
el cover se había vuelto realidad. Involucra a músicos de Argentina (Tigre,
Santos Lugares y Olavarría - Buenos Aires-), Estados Unidos (California y Nuevo
México), Inglaterra (Devon del Sur), Perú (Lima) y Canadá (Quebec). Sin para nada saberlo, LIGHT publicó el video final el treinta de enero
2020, exactamente cincuenta años después de la última presentación de The
Beatles en vivo sobre la terraza de Abbey Road en Londres. Como anillo al dedo,
¿no creen?
Dos semanas después, el dieciséis de
febrero, la banda lanzó The Miracle Of Life, nuestro segundo álbum de estudio.
2019 en su totalidad había sido invertido en escribir y grabar el material,
cincuenta y tres minutos de música que, me alegra decir, valen cada nota a mi
modo de ver. Nicolas (Jourdain) y Leandro (Galera), ambos miembros de la banda
Resist, hicieron un trabajo sorprendente en batería y bajo respectivamente. Mis
composiciones, así como las de Marian, se vieron poderosamente mejoradas
gracias a su creatividad y ejecución; sin lugar a dudas, una contribución
invaluable inmortalizada en la forma de archivos WAV de alta resolución.
Nos juntamos por segunda vez para una
sesión de fotos a través de Tigre, nuestro hogar (ellos son los que viven en
Santos Lugares, a veinticuatro kilómetros de donde vivimos Marian y yo). La
primera vez que los cuatro compartimos el mismo espacio físico fue en febrero
2019 cuando Nicolas y Leandro vinieron a casa para la reunión inicial, en la
que hablaríamos acerca del proyecto y cómo procederíamos a lo largo del año
hasta que el álbum estuviese terminado. (Leandro grabó todos los bajos desde su
casa, mientras que Nicolas y yo visitamos el Custom Studio Recording de Juan
Estanga en Palermo, Buenos Aires, para tres sesiones en las que se grabaron
todas las baterías.) Y terminado estuvo casi exactamente un año después de esa
primera juntada.
Gonza fue el fotógrafo. Una vez más,
un as bajo la manga. El trabajo se hizo en más o menos una hora durante esa
tarde de domingo, así que volvimos a casa y merecidamente escuchamos el álbum
completo juntos antes de que Nicolas y Leandro retornaran a Santos Lugares. Fue
genial comentar acerca de la experiencia, compartir sentimientos y pensamientos
disparados por cada canción, incluso ciertos pasajes de cada pista que, de
algún modo, se destacan.
Afortunadamente no habían planes para
tocar en vivo. La idea era enfocarse en la difusión del álbum, lograr mayor
llegada por medio de la compartida de videos hechos para sus canciones, hacer
que radios independientes pasaran las versiones editadas (y las no editadas) de
las pistas, y demás. Entonces cuando se declaró el confinamiento, no se sintió
como un golpe tan duro. Aun así todo desaceleró de alguna forma u otra. Esto me
hizo pensar en avanzar con todo lo que estuviera en mis manos para el próximo
álbum. De hecho para marzo/abril 2020 el nuevo material estaba compuesto en su
totalidad. Mi trabajo se basó en preparar las guías para eventuales grabaciones
de batería, así es como mantuve la cordura mientras el confinamiento tenía
lugar a nivel mundial. Sin embargo, una vez terminado esto, ¿qué más luego?
Bueno, LIGHT se vio forzado a
detenerse por un tiempo… Pero no Claudio Delgift.
Mediados
de 2020
No encontré mejor cosa que poner mi
mente en nueva música como solista. Existen dos carpetas en Mis documentos: LIGHT y Delgift,
repletas de archivos mp3 crudos que contienen ideas en guitarra grabadas en el
momento con el celular. Cuando una de estas ideas es capturada, el próximo paso
es decidir dónde guardarla. Para ese entonces había un total de ochenta y tres
archivos. Algunos de ellos duraban entre veinte y treinta segundos, ¡incluso
menos! Podrá parecer un verdadero sin-sentido y algo no realmente inspirado,
¿saben? De todas formas todo lo que elijo registrar es porque siento que lo
vale, sea una secuencia de acordes, un riff, una línea melódica, etc. Se ha
confirmado una y otra vez que vale la pena salvar estas ideas. Cada vez que
escucho álbumes del pasado recuerdo su importancia. Pero con este nuevo álbum
solista -homónimo ya que no tiene ningún significado profundo más allá de hacer
música porque sí- he valorado esa carpeta Delgift todavía más. En el pasado las
composiciones surgían con mucho menos esfuerzo, así que las ideas grabadas eran
básicamente un apoyo para la composición espontánea. Diría que después de
tantos lanzamientos se vuelve cada vez más y más difícil escribir canciones
completas en una sola sesión. Por lo que esta vez sus estructuras fueron encaradas mediante un enfoque más arquitectónico. Seleccioné algunos de
estos archivos y los importé al DAW para ver si conectaban de alguna forma. Ver
la música y reproducirla en un DAW ayuda gracias a la claridad que provee.
Este proceso fue la norma durante
esos meses de confinamiento en otoño e invierno (hemisferio sur). ¡Y voilá!
Después de un tiempo, se dio contenido de treinta y cinco minutos dividido en
ocho canciones instrumentales. Por suerte un álbum solista puede ser grabado
con mucha más facilidad que uno de banda gracias a la Internet y los muchos
excelentes músicos que uno puede encontrar disponibles en línea e invitar a
tocar en sus proyectos. Rodrigo Concha, baterista chileno que vive en Boston
Estados Unidos, estaba realmente entusiasmado acerca de la nueva música y quiso
que le pasara guías de grabación para que él creara las partes de batería y
eventualmente las grabara. Cuatro de las canciones lo tienen
detrás del set: “Flying Sparks And Alien Warriors”, “An End In Sight?”, “The
Wheel Still Spins” y “Unleashed”. También están Noé Keller de Suiza en
batería en la canción “Drifting” (no soy un gran fan de Instagram pero admito
que valió la pena crear una cuenta allí, de otro modo nunca me hubiese topado
con Noé, que hizo un gran trabajo) y mi amigo en línea de años Theo Heidfeld de
Alemania, quien le dio todo el ritmo a “About To Break Loose”, una corta pieza
Funk/Blues tocada como trío junto a Isao Fuji (Japón) en bajo. Theo, Isao y yo
habíamos trabajado juntos en “Over The Hills And Far Away”, un cover en línea
de la canción de Led Zeppelin, en 2017.
Las dos canciones restantes, “By The
Fireside” y “Desmond”, me tienen tocando todos los instrumentos. Bueno, la
primera es una sola toma de guitarra acústica. Recuerdo haberla compuesto y grabado
en unas veinticuatro horas, una refrescante excepción a “la norma” descrita
anteriormente. “Desmond” demandó dos o tres días antes de ser finalizada ya que
contiene múltiples instrumentos: guitarras acústica/eléctrica, bajo fuzz (¡con
wah-wah!), programación de batería, una sarta de pistas de sintetizador,
pandereta… ¡incluso maracas! Lo que me da gracia de “Desmond” es que
originalmente duraba unos cuarenta segundos (archivo mp3 crudo que había sido
salvado en esa carpeta más de un año antes). Todavía me sorprende el hecho de
que la pieza final de tres minutos, a nivel estructural, es exactamente como
ese archivo, simplemente alargada en sus vueltas, lo que le permitió desarrollarse como correspondía. Esta en particular me hizo sentir realmente
bien con la responsabilidad asumida de capturar cualquier cosa que mi
instinto dijera: “Esto servirá algún día”. Es increíble que un arpegio hecho de
una mayoría de cuerdas abiertas que no para, un acorde “errado”, regresar al
arpegio inicial y una secuencia de acordes estándar de cierre que alguna vez
fuera salvado así nomás, pudiese volverse una obra de arte redonda. Se siente
grandioso el ser testigo de ese día que comprueba que toda la paciencia y
constante trabajo invertidos hayan dado sus frutos finalmente.
Finales
de 2020
El lapso de tiempo que va de otoño a
invierno me inspiró a escribir la letra para música que Marian había estado
tocando por mucho tiempo. Usualmente trabajamos de la siguiente forma: si él
tiene alguna música suya, pronuncia palabras, sean sustantivos, adjetivos,
verbos, lo que sea que esté en sincronía con la música que le haya surgido.
Luego uso esas palabras con significado para escribir la letra que encaje con
la melodía de voz. Esta canción terminó llamándose “Spring Is Coming” (La
primavera está llegando), y es una fiel representación de cómo se sintió
sobrellevar el confinamiento y clima frío al mismo tiempo, mientras que se
esperaba con ansias la llegada de días cálidos (y con suerte el fin de la
cuarentena también).
Fue un gran alivio ver tantas
personas decir “¡basta!” cuando la primavera por fin llegó. Antes de toda esta locura, Tigre siempre había visto muchísimos visitantes caminando por las calles durante los fines de
semana ya que es una ciudad turística. ¡Ahora uno puede ver la misma cantidad
de peatones durante la semana! “Spring Is Coming” se siente verdaderamente
apropiada al ser testigo de este desenlace, algo así como una banda sonora de
esa imagen. (Será parte del tercer álbum de LIGHT.)
El álbum solista homónimo fue
finalmente lanzado la primera semana de octubre. Anduvo bastante bien, si
tenemos en cuenta que soy un artista 100% independiente con cero experiencia en
mercadeo. ¡Ja, ja! Veintiséis personas compraron la descarga digital, casi uno
por día, muchos más disfrutaron de los videos hechos para sus canciones en
Facebook y YouTube. Cuando el álbum estaba a punto de ser terminado, pensé en
incluso dos lanzamientos más antes del fin de 2020, un set de dos compilaciones,
una acústica y la otra eléctrica. Con una adecuada remasterización más la
remezcla de dos de las canciones rockeras eléctricas sería suficiente. An Inner World agrupa lo que creo es lo
mejor que alguna vez haya compuesto y grabado en términos de música
acústico-ambiental. The Outside World
junta el material más competente que muestra el poder del Rock que siempre me
ha inspirado.
Estos lados de la misma moneda más el
álbum homónimo eran los pasos finales para darle cierre a ocho años de carrera
solista. Ahora que me he tomado el tiempo de curar mi arte, he creado la página
en Bandcamp donde todo este material puede ser escuchado y comprado. Esto es lo
definitivo cuando se trata de mi actividad como artista solista. Ahora es
tiempo de retomar lo que había quedado pendiente con LIGHT.
Las estrellas, al parecer, se
alinearon y le permitieron a uno liderar su propio camino. En septiembre se me
ocurrió mandarle un mensaje a Germán de Planta Baja para conocer los nuevos
precios y métodos de pago para futuras sesiones de grabación de batería.
Recordemos que la toma de piano de cola en “Hey Jude” grabada allí había sido
en septiembre 2019. No es que haya una voluntad de, digamos, celebrar
aniversarios ni nada por el estilo, simplemente se da así. Bueno, para mi
conveniencia, Germán acepta PayPal, una opción apenas reconocida acá en
Argentina todavía. Lo tuve en cuenta para cuando Nicolas estuviese listo.
Resulta que él compró micrófonos y una placa para grabar desde casa,
definitivamente un cambio en el juego. Es probable que las baterías las trabaje
Nicolas al 100% de ahora en adelante. Aun así esto no me desvió de la idea de
grabar todas las voces para el próximo álbum en una sesión en Planta Baja.
La única vez que había grabado voces
fuera de casa fue el treinta y uno de mayo 2019 en Londres, Reino Unido. Viajé
allá para ver a Dido en el Roundhouse, esa era la razón del viaje. Una vez
comprado el boleto de avión y con todavía mucho tiempo de sobra antes del día
de partida, me topé con un video en YouTube acerca del SARM Music Village,
estudio de grabación de Trevor Horn, situado precisamente en Londres. Decía
ser, dentro de todo, económico, así que pensé: “¿Por qué no grabar una canción
entera en Londres?” No hace falta decir que amé la idea. Desafortunadamente, en SARM no aceptaban PayPal ni tampoco proveían al músico de instrumentos.
Me vi forzado a dejar ir la idea… A
menos que… ¡Por supuesto! SARM no puede ser el único estudio de grabación en
toda Londres, ¿verdad? Inmediatamente entré a navegar Google y el primer
resultado que saltó fue Greystoke Studio. Andy Whitmore, el dueño, respondió a
mi mensaje diciendo que aceptaba PayPal y
que todos los instrumentos en el estudio podían ser usados sin costo alguno.
¡Bingo! Tres horas fueron reservadas y la canción elegida fue “Aimless”, una
versión acústica acortada del single de LIGHT “Let Go” de The Miracle Of Life (es curioso que “Aimless” fuera grabada y
lanzada antes que la versión original de la banda).
Estaba entusiasmado y a la vez algo
nervioso ya que esta sería la primera vez que trabajaría en un estudio con
personas que no hablaban español. Lo tomé como un desafío, es decir: “Tengo que
hacerme entender”. Y todo fluyó sin más, al igual que en los estudios de Buenos
Aires junto a músicos e ingenieros argentinos.
Estaba listo para revivir la experiencia
en Planta Baja, ahora con Germán en los controles. Pedí por un set de dos-tres
horas para el viernes trece de noviembre (curiosamente, AC/DC lanzó Power
Up ese mismo día). Estaba determinado a no simplemente ir a hacer mi trabajo
como vocalista y listo. Quería que ese día fuese algo más grande.
Cuando tenía catorce, los amigos con
los que solía juntarme en aquel entonces se quedaron a dormir en el patio
trasero de casa en carpa. Al día siguiente uno de ellos dijo: “¡Vayamos a San
Isidro en bici!” Eso sonó de lo más alocado a mis oídos, siendo que nunca antes
había dejado Tigre en bicicleta. Lo hicimos, y tal como grabar voces en Londres
abrió algo a largo plazo para mí, también lo había hecho aquella bicicleteada. Se
convirtió en uno de los hábitos más liberadores desde ese día en adelante.
Así que mi visita a Planta Baja no
sería vía tren o micro, sino montando la bici por esos veintiséis kilómetros
con tan solo un pequeño bolso con una muda de ropa, un sándwich de pollo, la
cámara digital para tomar algunas fotos y un pendrive para traer las tomas
conmigo de regreso. Me levanté muy temprano para el desayuno, preparé todo y
fui hacia el patio trasero en busca de la bici. Papá ayudó un poco con la
ubicación del bolsito, atándolo bien ajustado debajo del asiento para no tener
que llevarlo colgando del manubrio. Estaba bastante ventoso por la mañana, por
lo que me abrigué lo suficiente como para soportarlo, no demasiado, sabiendo que una
vez que entrara en calor muchas capas de ropa se volverían insoportables. A
pesar del viento, estaba soleado y templado, un día perfecto para las dos
ruedas.
Por más o menos quince años he estado
tomando los caminos que costean la Autopista Acceso Norte ida y vuelta. Este
acceso conecta la Capital Federal en el sur con la Zona Norte de Gran Buenos
Aires. Tigre pertenece al norte. El tren que también conecta ambos lugares
termina en Tigre, aunque las vías están mucho más hacia el este y Acceso Norte,
al oeste. Villa del Parque, mi destino, está hacia el sudoeste. El mejor plan
era tomarlo con calma a lo largo y al costado de la autopista hasta alcanzar la
Avenida Gral. Paz. Esta cruza la autopista y va de este a oeste por muchos
kilómetros. También marca la frontera entre Zona Norte y Capital Federal.
Alrededor de una hora después de partir, llegué allí cómodamente, incluso si
había tomado el riesgo de no respetar estrictamente mis anotaciones hechas
rápidamente a mano el día anterior. Ja, ja. Esa guía terminó siendo inservible
de todas formas, ya había virado lejos de las calles indicadas muy temprano en
el recorrido. Ahí mismo me di cuenta de que podía ganar tiempo al evitar darle
la vuelta a un círculo enorme y simplemente cortar camino en línea recta lo más
que pudiera (no gracias a vos, Googlemaps. ¡Ja!)
No hubo traspies más allá de perder el rastro perfecto de las calles cerca del estudio. Sabía que estaba en Villa del Parque ya porque estoy familiarizado con los alrededores. No estaba preocupado, pero tenía que revisar la hora para asegurarme de llegar a las once en punto, la hora acordada con Germán. Me detuve en una esquina, tomé el celular del bolsito y leí 10:06 am, todo en orden. Googlemaps, en esta instancia, sí fue de ayuda. Me encontraba a solo siete minutos de distancia y a punto de llegar a Planta Baja, solo quedaban unas cuantas cuadras casi en línea recta.
Al haber llegado cerca de cuarenta
minutos más temprano, simplemente me relajé. No estaba cansado, la verdad, pero
qué más quedaba por hacer. El asunto es que no pasaron ni dos minutos que
Germán se apareció, también en bicicleta. Pensé: “OK, no hay tiempo que matar
entonces”. Mejor así, ¡hagámoslo!
En la cocina, frente al cuarto de controles, tomamos un vaso de agua fría y hablamos de este año inusual. Germán está interesado en budismo y taoismo. Su punto de vista en cuanto a la pandemia se focaliza en el Karma. Según el horóscopo chino, 2020 es el año de la Rata, lo que significa que el universo viene a cobrar nuestras deudas. Aparentemente hemos estado exigiendo los límites del planeta por mucho tiempo y de algún modo el mundo necesitaba que la humanidad frenara su marcha. Yo soy más de las teorías de la conspiración, me refiero a que todo esto es, si no orquestado, aprovechado a más no poder por los que mueven los hilos del mundo para implementar eso que tanto aman repetir una y otra vez en las noticias las veinticuatro horas del día: la “Nueva Normalidad”. Siempre me hizo mucho ruido esa frase, y me entristeció ver tantas personas abiertamente abrazando la tan nombrada “Nueva Normalidad” sin siquiera una pizca de ira o, al menos, sospecha. Germán no desacreditó esta forma de verlo, es solo que él va más allá del plano terrenal. “Sea por un virus genéticamente modificado en un laboratorio por científicos perversos comandados por la Élite o una genuina sopa de murciélago contaminada en un mercado de Wuhan, el Karma estaba destinado a manifestarse en nuestras narices”. Podrá ser A o B que, al fin y al cabo, todos tuvimos que sobreponernos a esta extraña circunstancia.
Las supuestas dos-tres horas se
transformaron en cuatro. Culpa mía, quise probar un cover de Rush, “Resist”,
que había sido maqueteado años atrás. Tal vez esas voces lleguen a la versión
final del cover, si no, habrá una nueva sesión en Planta Baja en algún momento
de 2021. Lo importante es que las siete canciones originales para el tercer
álbum fueron cantadas, entre ellas, "Spring Is Coming". Y tal como mi intuición lo indicó, ir a un estudio para
esta tarea fue la movida correcta. En casa, lo que se supone es una ventaja
-léase todo el tiempo del mundo- bien
puede volverse contraproducente. Uno se obsesiona fácilmente con cada verso y
siente que no está cantando ninguno bien, sin importar qué. En un estudio el
reloj corre y uno sabe que es mucho mejor cantar la canción de corrido y dar lo
mejor que pueda en cada registro. Aprendí ahí mismo que el mejor plan era
cantar cada canción de principio a fin dos veces, y si luego todavía habían
cosas que no quedaron bien en ninguna de las dos pistas, esa frase en
particular podía ser cantada aparte.
Fue excitante. Estaba feliz de notar
que no estaba nervioso porque alguien más estaba presente, cosa que en casa sí
me desconcentra. Ahora bien, sigo siendo yo y esa es mi voz, como siempre lo
fue. No es que haya un cambio radical por el cual volverse loco. Sin embargo espero
que esta vibra más relajada afecte positivamente a las canciones una vez se
llegue a su forma más acabada.
A las tres de la tarde paramos para
preparar todas las pistas así podían ser cargadas en el pendrive. Abrí mi
sesión en PayPal desde la computadora de Germán y le transferí 76 USD -19 USD
por hora- a su cuenta. Aprecié su profesionalismo, buenos modales e interesante
forma de ver la vida, también el hecho de que le encantaron las letras para
este nuevo álbum. Me acompañó hasta la puerta, explicó cómo llegar a Avenida
del Libertador -el camino más directo a Tigre- y nos despedimos, esperando
volver a trabajar juntos en el futuro.
Antes de pedalear de regreso tuve que sentarme en una esquina en el suelo y comerme ese sándwich de pollo de una vez por todas. Sí, estaba hambriento, aunque no estuviera del todo consciente de ello durante la sesión. Ahora, con la panza llena y el bolsito vuelvo a atar al asiento, con gusto monté la bici y tomé la bicisenda por la mano izquierda de la calle. Un giro a la derecha y nuevamente hacia la izquierda más tarde y estaba en Belgrano, sobre Avenida Cabildo. Sabía que acá existen dos muy lindas disquerías: Jack Flash y Maniac. Es más, mientras pedaleaba por Cabildo muchos afiches del Power Up de AC/DC aparecían por doquier. Eso me convenció de detenerme en la galería y revisar si alguna de estas tiendas estaba abierta. Maniac no, pero Jack Flash sí. Lo malo es que el álbum todavía no está disponible en formato físico en Argentina, pero el dueño de la tienda estaba seguro de que se fabricaría como producto nacional y sería distribuido en tiendas muy pronto.
Algunas cuadras más hacia el este y
estaba por fin en Avenida del Libertador. Esta es muy conocida, una paralela a
Acceso Norte y vías del tren. De hecho, la distancia entre esta y las vías
varía entre cero a diez cuadras de ancho a lo largo de su extensión (veintiocho
kilómetros). Y contrario a otras grandes avenidas como ella, no cambia su nombre
una vez que Avenida Gral. Paz este-oeste es cruzada. Para este punto sí que
estaba cansado. Había estado de pie durante casi toda la sesión y este segundo
tramo del viaje, con un sol intenso calentando el pavimento, sumado el
embotellamiento en el segmento Cabildo, no estaba haciendo las cosas nada
fáciles. Pero en Libertador, una avenida mucho más amigable para con los
ciclistas, recuperé algo de fuerza.
En Zona Norte, la parte que va desde
Vicente López hasta Martínez, hay un sendero costero con vista al Río de la
Plata, el más ancho del mundo. En 2004 su panorámica sirvió de inspiración para
la letra de “Is This The End?”, Parte Uno de la suite de veintiún minutos Our
Spirit. Algunas estrofas de “To Think, To Say, To Do” de Vol. II (y The Essential) también surgieron mientras pasaba el rato allí después de una
bicicleteada habitual de aquellos días. Es el lugar más representativo de mis
años de adolescencia. Así que sentí más que apropiado el detenerme y acercarme
mucho al río una vez más y capturar el momento. A las siete tenía que estar en
casa para dar una clase de guitarra. No me demoré demasiado, lo suficiente como
para descansar un poco y sentirme contento con ese pinchazo de nostalgia. Ya
había habido suficiente aquí-y-ahora/ver-hacia-adelante para un solo día, si me
lo preguntan.
Cerca de media hora más tarde, llegué
a casa. Marian estaba a punto de salir cuando abrí la puerta, papá vino del
patio trasero unos minutos después. “Estás muerto”, dijo Marian, riéndose de mi
cara colorada y sudorosa, ni hablar de la respiración exigida. Preguntó por la
grabación, mientras que papá estaba más interesado en el viaje de ida y vuelta.
Charlamos un rato y pronto subí las escaleras para comer algo antes de que
llegara mi alumno.
Este viernes trece se sintió como un
muy necesario triunfo sobre 2020. Algo dentro decía que este año no podía
terminar sin hacer algo especial. Estoy orgulloso y, a la vez, agradecido de la
experiencia vivida. Siempre se trata de sacar lo que sea que deba salir de
adentro. Cada una de nuestras vidas está hecha de esa imparable emanación de
energía, es lo que hace la diferencia en el mundo, de alguna forma, de alguna
manera, todos los días.
“Responder
la llamada interna y continuar. Pasos para un camino que se ensancha cada vez
más”