sábado, 30 de julio de 2011

Los Silmarils: la Unión de la Fe y la Ciencia

Después de un sábado de reunión de Smial, me vi inspirado por la estimulación de la misma y pude por fin darme cuenta de la naturaleza de las joyas de mayor renombre de los Días Antiguos: los Silmarils.

Como se sabe, Fëanor, príncipe noldorin y primer hijo de Finwë, fue el artífice de las tres joyas. Su instructor fue Mahtan, padre de su amor Nerdanel, quien a la larga supo que instruir a su yerno no había sido lo mejor para su propia raza.

Por supuesto, el lado de la ciencia se lo debemos al elfo, pero la magnificencia de los Silmarils no sólo se debe a su habilidad sino también a lo que él mismo guardó dentro de las gemas: la Luz de los Árboles de Valinor, producto de la Reina de la Tierra, Yavanna Kementari. Y esta luz no es más ni menos que la realización de un canto de poder proveniente de una Valier, es decir, un Ainur, lo que a su vez significa, una diosa: el lado espiritual de lo que caracteriza al trabajo élfico mayormente renombrado; un afluente de eventos que desemboca en la creación de las joyas en cuestión. 

Como suele ocurrir en la vida cotidiana, la Fe y la Ciencia tienden a chocar más que a ir de la mano. El Quenta Silmarillion no se aleja de lo que normalmente atestiguamos.

La unión de la Fe y la Ciencia le dio lugar a algo tan maravilloso como peligroso, un verdadero arma de doble filo con la que se puso a prueba la voluntad de muchos a medida que transcurrían las generaciones. Labor élfico protegiendo enternamente el fruto del largo trabajo de uno de los Sagrados, ¿ qué mejor que ello ? muchos pensarían. Algo totalmente prometedor, un símbolo de paz y felicidad, la representación de la armoniosa convivencia entre ambas razas, seres que fueron en un principio creados por Eru el Único. Por otra parte, el vínculo que los une se fortalece cuando los Valar luchan en contra de Melkor con el fin de dejar la tierra en condiciones para la llegada de los Primeros Nacidos.

Pero aún así, se pueden producir choques entre una idea y otra, tal y como ocurrió finalmente.

Como dije en otro texto anterior, ( pensamiento filosófico producido por El Silmarillion: de Aulë & Yavanna ), el rompimiento del vínculo se genera por medio de Melkor y su sutil manera de sembrar desconfianza entre los seres libres de Arda. Su actividad en Valinor después de ser desencadenado alteró la paz del Reino Bendecido, lo que en definitiva desencadenó una serie de tragedias que, por supuesto, le dieron forma a la historia que todos conocemos.

Cuando escribo acerca de algún capítulo, personaje o lugar proveniente de la mente de Tolkien, suelo hacer este tipo de analogías entre su obra y la realidad que observo. En la edición Del Rey de The Lord of the Rings, él mismo dice que su trabajo ( al menos el de la trilogía ) no es alegórico. No lo pongo en duda, es sólo que me resulta natural ver en ello ciertas cosas que coinciden con experiencias vividas o pensamientos que se me aparecen.

Lo que quiero decir es que más allá de mi enfoque, no todo lo escrito por Tolkien tiende a encontrarse en esta realidad que uno vive día a día. Por ejemplo, personalmente no creo que en nuestro mundo haya un Melkor que desuna a las personas por sus particularidades en sus distintas formas de pensar. Creo que es algo natural en los seres humanos encontrar obstáculos de este tipo sin que exista voluntad maligna alguna.

El tema de la Fe y la Ciencia parece estar muy presente en estos días en los que el libre albedrío tiene, se podría decir al menos, más aceptación y tolerancia de la que tenía en épocas pasadas. Pero crea uno lo que quiera, no tendrían por qué generarse grandes conflictos cuando ambas caras de la historia tienen grandes cualidades. Los Silmarils podrán ser un arma de doble filo por su grandeza, pero como cualquier otra cosa de gran importancia capaz de provocar fuerte impacto, depende del balance de quien se responsabilice por ellos. “Muchas cosas no son buenas o malas, es uno quien tiene el don de transformarlas, para bien o para mal”. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario